viernes, 6 de diciembre de 2019

Los tres enemigos del cristiano

TEMA: LOS TRES ENEMIGOS DEL CRISTIANO

Romanos 7:18-25
Y yo sé que, en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.  Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.  Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.  Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.  Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.  !!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado.


La biblia nos advierte que, en la carrera cristiana, tenemos tres enemigos que amenazan nuestra integridad espiritual y que unidos buscarán la forma de destruirnos e impedir que terminemos la carrera que nos es propuesta.



1. El diablo
Querubín desechado por Dios por rebelarse contra Dios.

El diablo es considerado el enemigo de Dios y enemigo nuestro, él busca nuestro mal y tratara de destruirnos junto a la 3ª parte de ángeles caídos organizados y especializados como “principados, potestades, gobernadores de tinieblas, malicias espirituales”

Efesios 6:12 nos dice: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes

La biblia nos advierte a resistirle y no dar lugar al diablo, abriéndole puertas de nuestra vida cristiana.
(Efesios 4:27 «…ni deis lugar al diablo…»)

También nos instruye de cómo hacerle frente y salir triunfantes.
(Santiago 4:7 «…Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros…)

Nunca podremos vencer al diablo con nuestras propias fuerzas, que, aunque esta derrotado por Jesús, sus estrategias y maquinaciones terminan destruyendo a los hijos de Dios, pues es padre de mentira y peca desde el principio, es decir que por milenios ha maquinado perfeccionando sus estrategias de destrucción es muy hábil para engañar, seducir y torcer las mismas escrituras, el creyente que vive desapercibido y distraído será blanco fácil de ataque y destrucción.

1 Pedro 5:8 dice que el diablo anda alrededor de cada cristiano buscando como destruirlo.

Debemos de vestirnos de toda la armadura de Dios. Es nuestra responsabilidad de tomarla y de vestirnos para salir triunfantes de todas las asechanzas del diablo.

(Efesios 6:10-11 «…Por lo demás, hermanos míos, confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo…»)





II. El mundo.
Sistema mundanal que atrae a los creyentes a amarlo más que a Dios.

Fama, poder, riquezas, bienes, modas, costumbres, tradiciones. Desde la caída de Adán y Eva el mundo ha estado bajo control de Satanás y promueve toda clase de pasatiempos, modas, costumbres y controla las riquezas, el poder y la fama, ofreciéndola a quien él quiere, especialmente a los hijos de Dios para atraerlos y esclavizarlos, Se las ofreció a Jesús cuando fue tentado en el desierto.

La palabra de Dios nos advierte que amar al mundo anteponiéndolo entre Dios y nosotros es convertirnos en sus enemigos.

Santiago 4:4 «…¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios…»

1 Juan 2:15-17 «…No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre…»

Jesús dijo que, aunque estamos en el mundo, no pertenecemos a este mundo, somos peregrinos y extranjeros, nuestra patria esta en los cielos, aquí en esta tierra somos embajadores del Dios altísimo.

(Juan 17:16 «…No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.»)

Podemos lograr fama, pero ser humildes, lograr fortuna, pero no ser codiciosos, avaros y mezquinos sino generosos, tener poder, pero ser sencillos. Debemos de ser diferentes a los del mundo, salir del mundo, morir para el mundo, no amistarnos con él.

Juan 16:33 «…Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo…»




III. La carne.
La naturaleza carnal controlada por el pecado original

En la Biblia encontramos Las concupiscencias: Santiago 1:14-15 «…sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte…»

También nos habla de los pecados de la carneGálatas 5:19-21 «…Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios…»

Hubo un rey que estableció una ley que quien cometiera pecados, desordenes y crímenes les fueran amputadas las partes de su cuerpo. Así que a los ladrones les cortaban las manos, a los chismosos y mentirosos la lengua y eran encerrados en calabozos.

Pero su plan fracasó porque aún sin manos seguían robando a través de sus cómplices, quedando demostrado que el origen del mal era algo interno de su naturaleza carnal y pecaminosa.

La biblia nos demuestra que el pecado en el hombre comienza y se manifiesta de afuera hacia adentro, a través de las ventanas del alma… los ojos, los oídos, pasando por la mente y procesándose en las concupiscencias (que son los deseos y pasiones del hombre) para derribar el seguro de la puerta de nuestra voluntad y así anidarse en el corazón.

Santiago 1:13-15 «…Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte…» 

Así también la palabra de Dios nos habla que la salvación en todos sus efectos comienza de adentro hacia afuera.

Cuando el pecador se arrepiente y confiesa sus pecados Dios trae a su vida justificación por medio de la sangre de Jesús y así comienza el proceso de la santificación. Es decir que el nuevo nacimiento es instantáneo sucede en un momento, pero la santificación es el proceso de toda la vida cristiana.

Así que si no hay arrepentimiento que es la transformación interior = metamorfosis de gusano a mariposa, cualquier intento de querer cambiar de vida y ser nueva criatura nunca sucederá.

El hombre solo será un religioso atado a sistemas de humanismo, pero no tendrá una relación personal con su creador.

Proverbios 4:18 «…Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto.»

La carne se vence sometiéndola y sujetándola con la ayuda del Espíritu Santo. Debemos saber que la carne no se espiritualiza ni con el paso del tiempo, ni aun viviendo una vida consagrada a Dios, porque por naturaleza lleva consigo el pecado original y cuando el creyente se descuida relajándose espiritualmente, la carne como una fiera en su instinto y naturaleza nos destruirá aplastándonos en el pecado.

El espíritu del hombre jamás podría adaptarse a la carne pues la intención de nuestro espíritu es anhelar a Dios, mientras que la de la carne con sus deseos y pasiones pecaminosas es amar al mundo y el pecado y hacer lo malo.

Lo que leímos al principio como la lectura principal

Romanos 7:18-25 porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.

Cuando suceda el rapto de la iglesia, nuestros cuerpos serán adaptados al espíritu, pues la palabra dice que resucitaremos con cuerpos espirituales sin ninguna intención de hacer el mal.

La carne se alimenta de los deseos pecaminosos, le agrada y se complace en la pereza, la inmoralidad, odiar, escuchar chismes, hacer alianzas con pecadores, ama el quedarse en casa en días de culto, se resiste, cuando planeamos leer la biblia nos da sueño, se opone a orar, ayunar, perdonar, los cultos se hacen aburridos, la senda cristiana parece sin atractivo, se prefiere lo del mundo: fama, poder, riquezas pues da la apariencia de ser bueno, apetitoso y hermoso.

Así que cuando más alimentamos la carne con sus deseos y pasiones, más debilitamos a nuestro espíritu convirtiéndolo en esclavo y siervo, convirtiéndose la carne en amo y señor de todas tus acciones y decisiones.

Conclusión
En la vida cristiana existe una lucha constante del espíritu contra la carne, si no alimentamos, ejercitamos, entrenamos y cuidamos nuestro espíritu, terminaremos en la carne.

El plan perfecto de Dios en nuestra vida cristiana es que en nuestro ser exista una correcta correspondencia de orden. Que nuestro espíritu sea el amo, nuestra alma el mayordomo y nuestra carne el esclavo. Solo así podremos llevar una vida acorde a los principios de la vida cristiana.

Si vivimos guiados y conforme al Espíritu Santo somos vencedores contra la ley del pecado

(Gálatas 5:22-23 «…Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley…»)

Dios les bendiga y sean bendecidos y prosperados en todas las cosas que haga.


Que la honra y la gloria sean para Dios.

martes, 3 de diciembre de 2019

Lo que descubrí el día que grité al cielo


Lo que descubrí el día que grité al cielo:
ESTOY HARTO DE LAS PRUEBAS


Dios me llevo al desierto.
Se dice fácil, pero la experiencia es digna de una película de Hollywood.
Confieso que no quería ir allí. 
Confieso que desde el primer momento el intenso calor y la soledad hicieron que detestara ese lugar.
“Te pondré a prueba” me dijo el Señor. 
Sucumbí ante esas palabras.
¿Pruebas? Yo no necesitaba pruebas, quería Milagros.
“Es lo peor que te puede ocurrir”, “hay pruebas que duran toda la vida”, “te hacen sufrir y si es posible te asesinan”.
Los comentarios sobre las Pruebas no eran nada motivantes.
Me entristecí. Me enoje, me deprimí y grite, todo en ese mismo orden.
Grite al cielo: “¡Estoy harto de las Pruebas!”
Pero el imponente cielo guardo silencio.
Intente huir de allí.
Llore amargamente por varios días esperando que alguien se compadeciera de mí.
Le ofrecí dinero al Cielo.
Intente comprar un viaje del desierto al paraíso.
Pero todo fue inútil.
La decisión Divina sobre mi vida había sido tomada.
“Es necesario y lo hago por Amor a ti.” afirmo el Señor, mientras mi corazón se ensuciaba con la arena desértica de la depresión y del resentimiento.
Pensé que no era justo.
Pensé que los desiertos deberían estar destinados para la gente malvada y no para gente buena como yo. 
Pensé que Dios se había equivocado.
Pensé que en cualquier momento vendría una contra orden del Cielo que pondría en orden mi vida.
Pensé que enviarían un Ángel a ofrecerme disculpas por semejante error.
El Ángel Gabriel me parecía el indicado para cumplir esa misión.
Pero descubrí que Dios no acepta sobornos.
Pero descubrí que mi concepto de “justicia” es MUY diferente al concepto Divino.
Y descubrí que el desierto es un lugar donde te encuentras cara a cara con la Verdad.
Esa Verdad que te hace Libre.
Pensé que Dios quería asesinarme.
Pensé que el Señor estaba molesto conmigo.
Pensé que el Creador había perdido el control de mi vida.
Pero estaba muy equivocado.
La prueba descubrió mi verdadero “yo”.
La prueba me mostró que estaba viviendo en un “simulador espiritual”.
La Prueba revelo mis verdaderas intenciones cuando diezmaba y cantaba en la Iglesia.
Ese desierto me hizo madurar.
“Te enseñare a Vivir.” afirmo Dios con una Voz tan dulce y poderosa que me hizo llorar.
La Prueba forjó mi capacidad de Amar.
La Prueba me mostró mi debilidad ante las mujeres prohibidas.
La Prueba revelo que estaba más lleno de mí mismo que de cualquier otra cosa.
Ese desierto asesinó lo negativo en mi vida.
“Te revelare las profundidades de la Vida” escuche decir al Todopoderoso desde los Cielos.
La Prueba me enseñó a Confiar aun cuando mis ojos no vieran absolutamente NADA.
La Prueba me enseñó a Valorar lo realmente importante.
La Prueba me mostró el Poder de la Palabra de Dios.
Ese desierto me enseñó a Orar.
“Aun debo enseñarte lo más importante” dijo la inconfundible Voz del Creador.
Entonces ocurrió.
Descubrí la realidad del Espíritu Santo.
Descubrí que nada se compara con Su amistad y poder.
Descubrí que todo lo que anhelaba en mi vida, lo tenía Él.
Descubrí que, solo eliminando mi presencia, podría disfrutar la Suya.
Descubrí que hablar con el Espíritu Santo a diario, era la respuesta a TODO.
Ese desierto me dio Vida. En el desierto aprendí a Amar, a Valorar las cosas simples: un plato de comida sobre la mesa, una cama caliente en las noches, un “Te Amo” de mi esposa, unos ojos para contemplar mi alrededor, una meta que alcanzar, y poder salir a un buen restaurante con mi familia.
Esa prueba temporal cambio mi vida.
Esa Prueba me dio la Victoria, sobre todo.
Esa Prueba cambio mi odio en Amor.
Esa Prueba me dio el carácter para Liderar un Ministerio.
Ese desierto me salvo del infierno.
Ese desierto me permitió Conocer personalmente a JESÚS.
En el desierto, en esa soledad aprendí a escuchar la Voz de Dios.
En el desierto murió un hombre y nació un Guerrero.
En el desierto murió un ser humano y nació un Hijo de Dios.
“Cumpliste el Propósito de tu prueba” afirmo mi Padre con una carcajada de Gozo que hizo retumbar los Cielos y el mismo infierno.
Yo sonreí abiertamente, por primera vez en mi vida tenía PAZ.
Doble rodillas y Agradecí con lágrimas por ese desierto.
Y pedí perdón, por haber gritado un día: “¡Estoy harto de tantas pruebas!”


“Esto pasó el tiempo en el que YO pasé por el desierto”


Dios te bendiga por haber leído hasta el final
Tu hermano en cristo: Luis Edgardo Aldana